“Nos estamos quedando sin tiempo” es la frase que dijo el año pasado el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, durante la cumbre climática de Nueva York. Sin embargo, un año más tarde, y en medio de una pandemia mundial, para muchos es difícil pensar en un problema como el cambio climático.

Cuando ocurre un desastre, la naturaleza humana hace que nos preocupemos solo por satisfacer nuestras necesidades más inmediatas, especialmente, cuando estamos ante un desastre de tal envergadura como el COVID-19. Pero el hecho de que el drástico aumento de las temperaturas parezca lejano en el futuro, no las convierte en un problema menor, y la única forma de evitar las peores consecuencias climáticas posibles es acelerar nuestros esfuerzos ahora.

Según el último Informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), 2019 fue el segundo año más cálido del que se tienen datos, solo superado por 2016. Desde los años ochenta, cada nueva década ha sido más cálida que la anterior. La temperatura media global ya ha subido 1ºC respecto a los niveles pre-industriales. Asimismo, se prevé que esta tendencia continúe a causa de los niveles sin precedentes de gases de efecto invernadero que atrapan el calor en la atmósfera. La Cumbre del Clima de Paris de 2015, estableció como objetivo el manteniendo del calentamiento global por debajo de los 1,5°C a final de siglo, sobre los niveles preindustriales, sin embargo, diversos estudios señalan que teniendo en cuenta que al ritmo actual de emisiones dicho aumento rondaría los 3,2°C. El cambio climático corre por tanto más rápido que nosotros y estamos perdiendo la carrera.

Los impactos ya se están haciendo sentir, los glaciares se están derritiendo, los huracanes son más frecuentes e intensos y lo mismo pasa con las sequías y los incendios forestales. Frente a ello, las administraciones deben desarrollar hojas de ruta neutrales en carbono.

Sin embargo, los objetivos climáticos y energéticos de la UE para 2030 no son compatibles con el objetivo del Acuerdo de París, ya que para ello, la UE debería adoptar un objetivo climático sustancialmente mayor de al menos un 65% de recortes de emisiones para 2030, lejos del 55% propuesto por la nueva modificación de la Comisión Europea.

Asimismo, en el Estado quedan pendientes de implantar importantes iniciativas políticas y legislativas ambiciosas para alcanzar los objetivos de reducción de gases de efecto invernadero, ya que de lo contrario, el Estado estará llegando tarde para la consecución de muchos de los objetivos ambientales establecidos por la UE ya de por si insuficientes. En ese sentido en primer lugar es necesaria la aprobación de la ley de cambio climático actualmente en trámite, la cual necesita de una mayor ambición que lo hasta ahora propuesto en las metas de reducción, en la salida acelerada de la matriz fósil – con claros compromisos sectoriales, la revisión de la fiscalidad e incentivos – y el refuerzo de una transición justa que supere la desigualdad y genere claras alternativas de desarrollo sostenible.

Y en Euskal Herria también nos encontramos en una situación similar, ya que  las propuestas, que no leyes aún, del gobierno vasco sobre cambio climático y transición energética están faltas de ambición, y miran más a las grandes petroleras como Petronor, donde el PNV tiene sus puertas giratorias, que a una economía neutra en carbono, que no prevé antes de 2050. En Nafarroa asimismo, si bien el Gobierno de la legislatura anterior realizo cambios interesantes, en entre otras áreas la de la gestión de los residuos, el ultimo proyecto de presupuestos reduce significativamente las partidas de fondos verdes.

Los poderes públicos desde el nivel internacional al local tienen que dar un paso al frente, pero no son los únicos. Nosotros mismos como individuos también lo tenemos que dar. Las decisiones que tomamos sobre nuestro modo de vida influyen en las emisiones que generamos, especialmente las relacionadas con la alimentación, el hogar y el transporte.

Para cumplir los compromisos del Acuerdo de París por tanto, hay que movilizar al sector público, a las empresas y a la sociedad civil; sin embargo, esta movilización unitaria será una quimera con una Administración desvertebrada, unas empresas en crisis y una población desmotivada. Pero no nos lo podemos permitir. Si no queremos que una nueva gran crisis nos atrape más pronto que tarde todos tenemos que dar pasos en la lucha contra el cambio climático.

Desde Gazte Abertzaleak lo tenemos claro, es hora de actuar. EKIN!

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